jueves, 15 de octubre de 2015

La Psicología Del Niño Según Su Dibujo


COMO SUJETA EL LÁPIZ
A través del dibujo, incluso desde los primeros garabatos, los niños expresan algunos rasgos de su personalidad como sus miedos, sus emociones y su forma de ver el mundo.
Reflejan su mundo interior, cómo se ven dentro de la familia, la relación con sus pares, cómo se sienten en un momento dado, si hay algo que les inquieta… Por eso, poder comprender lo que nos dicen los niños a través del dibujo es una herramienta más que tenemos los padres para conocer mejor y ayudar a nuestros hijos.
Cada niño tiene una forma particular de dibujar, no sólo el tema que dibuja, sino también la manera de coger el lápiz, de ocupar el espacio en la hoja, cosas que nos dicen mucho sobre su personalidad.
Conozcamos algunas claves para interpretar los dibujos de los niños.
Una de las primeras cosas que hay que observar es cómo sujeta el niño el lápiz entre sus dedos. Si la sujeción es suelta, vemos a un niño relajado, tranquilo, mientras que si es apretada denota tensión o nerviosismo.
COMO OCUPA EL ESPACIO
El niño suele dibujarse siempre en el centro de la hoja, un modo de percibirse el centro del mundo, algo natural en los pequeños, mientras que alrededor ubica a las representaciones simbólicas relacionadas con su yo.
La forma en que ocupa el espacio nos habla sobre la manera en la que el niño actúa ante el mundo. Si dibuja en toda la hoja es un niño más extrovertido, dinámico, participativo, mientras que un niño más retraído, tímido e inhibido ocupa un pequeña parte de la hoja.

A veces el niño ocupa la hoja deliberadamente, es decir que a veces dibuja en el centro y otras en una esquina, sin orden alguno. Es frecuente en niños irritables, con constantes cambios de humor y que normalmente se distrae con facilidad.
EL TRAZO
La presión que ejerce el niño en el trazo es una señal muy importante que refleja su temperamento.
Un trazo firme y continuo demuestra una personalidad segura con confianza en sí mismo. Una buena presión indica entusiasmo, voluntad y necesitad de movimiento.
Por su parte, un trazo incierto y tembloroso demuestra una personalidad que necesita reasegurarse y busca constantemente la aprobación de los demás. Suelen ser niños más sensibles con baja tolerancia a las frustraciones. Un trazo débil, puede indicar también cansancio o falta de voluntad.
Cuando el trazo es excesivamente fuerte y marcado denota agresividad.
LA FORMA DE LOS TRAZOS
Dibujo en el que aparece un grupo de amigas excluyendo a una niña.
Como sucede con la escritura, los trazos continuos de formas redondeadas demuestran un estado afectivo sereno, conciliador. Suelen denotar un espíritu dócil.
Por su parte, los trazos interrumpidos de formas quebradas y puntiagudas demuestran tensión, impulsividad y desconfianza hacia los demás.
TACHADURAS Y BORRONES
Hay niños en cuyos dibujos suelen encontrarse con mucha frecuencia tachaduras o marcas de borrones que se repiten constantemente. Se trata de niños con baja autoestima, que manifiestan a través de ellos una falta de confianza en sí mismos, están inseguros de lo que hacen.
LA ELECCIÓN DE LOS COLORES
Dibujo de un niño sacando la lengua.
Es el modo de expresar como se planta el niño ante la vida, si utiliza muchos colores demostrando alegría de vivir, curiosidad y motivación, o por el contrario si elige siempre los mismos colores demostrando cierta inseguridad.

Los niños más entusiastas, los histriónicos y extrovertidos suelen preferir los colores cálidos y vivaces, a veces complementarios como azules o verdes.

Un niño demasiado irritable puede mezclar demasiado los colores, pintado uno encima del otro haciéndolos casi irreconocibles.

Un niño sentimental, siente predilección por los colores fríos y oscuros, mientras que un niño temeroso no suele colorear los dibujos y el obsesivo los elige con exceso cuidado sin desbordarse nunca.
1- EVOLUCIÓN DEL DIBUJO INFANTIL
A) EL GARABATO
El primer garabato (no siempre efectuado sobre papel), supone la primera expresión gráfica de lo que más adelante serán trazos que irán tomando progresivamente forma y contenido. Son los precursores de algo más importante que vendrá después: el dibujo y la escritura.

Estos primeros "dibujos" suelen efectuarse a partir del año y medio. Evidentemente sin intención ni capacidad para representar formas, figuras u objetos. Sí pueden, desde un punto de vista psicológico, permitirnos explorar algunos detalles tempranos de su afectividad y temperamento como se expone un poco más adelante.

Sus primeros contactos con el lápiz y el papel van a ser exploratorios y muy condicionados por las limitaciones obvias de su capacidad y maduración visomotora.

Igual como ocurre con en otros aspectos del aprendizaje, cada niño es un mundo y seguirá su propio proceso y ciclo. Los hay más precoces y otros más lentos en la adquisición de ciertas habilidades. Ello no tienen que ser síntoma inequívo, al menos en estas edades, de retraso o menos capacidad futura. No obstante, siempre será positivo potenciar, motivar y acompañar al niño en cualquier proceso de aprendizaje y estar atentos a a cualquier problema que pudiera surgir.
B) DEL GARABATO A LAS PRIMERAS FORMAS
A partir del segundo año, el niño es capaz de ir dando forma a los garabatos. Ya no se trata sólo de líneas inconexas sino que se observan agrupamientos de trazos en formas con contornos. Pueden ser los primeros intentos de representar objetos del mundo real. Evidentemente el nivel de maduración no permite todavía la definición de las formas. Suele también empezar la experimentación con diferentes colores. En esta etapa ya podemos distinguir algunos rasgos del temperamento del niño tal como se apunta más adelante.
C) LAS LÍNEAS EMPIEZAN A TOMAR FORMA
Estamos ya en la etapa de 2,5 años aproximadamente. El niño es capaz de dibujar circulos y combinarlo con líneas para crear nuevas formas. Son dibujos que ya tienen cierto parecido con objetos y figuras humanas pero sin llegar a nivel de detalle suficiente como para identificarlas plenamente.
D) EL DETALLE AUMENTA
Cercanos los tres años pueden aparecer las primeras formas que identifican objetos o personas. El dibujo puede tener ya una intención clara de comunicar situaciones, personajes y emociones. La forma se perfila y podemos reconocer en ellos el primer esbozo de la figura humana. Son humanoides sólo con piernas y cabeza. Otros objetos de interés para el niño pueden ser también objeto de plasmación en el papel (autobús, coche, casa, etc.).

El niño, generalmente, es capaz ya de dibujar una línea vertical al año y medio; la horizontal y el círculo a los dos años; la cruz a los tres; el cuadrado a los cuatro y el rombo a los siete años.
E) LA FIGURA HUMANA SE PERFILA
Entre los tres y cuatro años el niño va depurando sus dibujos. La figura humana evoluciona de un simple humanoide con piernas y cabeza a una figura más completa en las que ya se han incorporado el cuerpo y los brazos. La cabeza con frecuencia aparece muy grande al igual que los ojos. En los niños más detallistas puede que también se incorpore el pelo como un elemento más.
F) SE CONSOLIDA LA FORMA
Cómo motivar a los niños para dibujar
Estamos ya en los cinco años. Las diferentes estructuras cognitivas han ido madurando y el dibujo es una más de las facetas en el que el niño ha progresado. Ahora la figura humana es perfectamente identificable y presenta la mayoría de los elementos principales: Cabeza, cuerpo y extremidades superiores e inferiores. En la cara puden observarse los ojos y la boca. La nariz y las orejas suelen tardar un poco más. La presencia del cabello es también habitual. Además aparece otros aspecto importante: la diferenciación. Cuando se pintan varias figuras humanas, el niño es capaz de pintar en cada una de ellas rasgos diferenciales (más grande, más pequeño, con pelo, sin pelo, alegre, con algún objeto en la mano, etc.). Este detalle es importante dado que es un síntoma de creatividad y de capacidad de observación del entorno.
interpretar dibujos
G) EL PERSONAJE EN SITUACIÓN
De los cinco a seis años el dibujo está consolidado. Cada niño a su forma y con su propia destreza. No obstante, el dibujo va a mantener un elemento común en todos los niños: Su capacidad de ser una plataforma comunicativa, un escaparate donde se nos va a mostrar un mosaico de sensaciones y emociones, es decir, el mundo interno del niño. No siempre serán obvias sino que deberan interpretarse cautelosamente en la clave peculiar e intransferible de cada niño.


Ahora, figuras humanas y objetos interactuan dentro del papel y el niño puede plasmarlas no tan sólo como formas individuales sino formando parte de una escenificación, de una situación concreta.